Tenemos alrededor de 40 años, pero todavía merendamos bocadillos de Nocilla, nos sabemos de carrerilla la canción de Marco, nos cuesta decir chuches en lugar de chucherías, y no nos gustan nada los Pin y Pon de ahora.
Crecer en los 80 y recordar nuestra infancia, inconscientemente nos genera una sonrisa. Somos de esa generación del baby boom que hizo que en la mayoría de las casas hubiera como mínimo tres hermanos y en cada clase 40 alumnos. Ahora somos treintañeros o cuarentañeros, pero seguimos siendo muchos. Creamos tendencia con nuestra moda, nuestros juegos, nuestra forma de divertirnos… Nada de aquello volverá, es más, ahora es todo tan diferente que echando la vista atrás diríamos que lo que hacíamos era hasta ilegal: bajar solos a jugar a la calle, ir en bicicleta sin casco, viajar en el coche sin silla… Ya lo dice El Reno Renardo en una de sus canciones: «Crecí en los 80 y… sobreviví».
Muchas de las cosas que hacíamos en los años 80 hoy estarían prohibidas, como ir a comprar tabaco a nuestros padres o viajar en el coche sin silla
No se puede cambiar nada, pero no podemos evitar las comparaciones entre aquellos viejos tiempos y los que vivimos actualmente. Añoramos aquella libertad, aquella independencia de la tecnología, aquella espontaneidad e imaginación… Diríamos incluso que estábamos un poco asilvestrados. Y todo esto se demuestra en la cara de ilusión que se nos pone cada vez que charlamos entre amigos y salen a relucir los juguetes con los que nos entreteníamos o las series de dibujos animados que veíamos.
Hay muchas cosas que aún están presentes en nuestra memoria, pero hay otras que están dormidas y necesitamos que alguien nos las recuerde de vez en cuando para devolvernos la sonrisa y los recuerdos.
En esa tarea de refrescar la memoria está «Yo fui a EGB», un blog que recibe una media de 30.000 visitas diarias y que tiene cerca de un millón de «Me gusta» en Facebook. En 2013, además, publicaron el libro homónimo, que en muy poco tiempo superó la docena de ediciones. Fue tal el éxito y tantas las cosas que se quedaron en el tintero, que el año siguiente los autores tuvieron que sacar la segunda parte e incluso un CD. Y ahora, además de la tercera parte del libro, acaba de salir a la luz el juego de mesa «Yo fui a EGB», con el que podemos revivir el día a día de nuestra infancia a través de los recuerdos de la escuela, del parque y del hogar. Seguro que estas navidades arrasa.
¿Pero por qué tiene tanto éxito este blog? La clave está en la nostalgia. Cada vez que vemos en él la fotografía de un juguete que teníamos, de un libro que leímos o de un helado que nos comíamos, nos transportamos a un pasado que inevitablemente nos provoca una sonrisa y empezamos a decir: «¡Mira, eso lo tenía yo! ¡A mí también me sacaron una foto como esa! ¡Esa bicicleta era la que tenía mi amigo y a mí nunca me quisieron comprar!». Y contamos anécdotas que de repente nos vienen a la cabeza, y de repente también, no hay quien nos pare de hablar.
«Yo fui a EGB» es un viaje imposible pero añorado hacia nuestro pasado
Los creadores de este blog son los bilbaínos Javier Ikaz y Jorge Díaz y ya en una entrevista que concedían en 2012 apuntaban algunas de las reacciones de sus lectores: «Hay quien nos ha dicho que había tenido una infancia traumática y que se negaba a recordarla, pero que gracias a «Yo fui a EGB» disfrutaban de algún recuerdo positivo. Y muchos agradecen que, en medio de tantas malas noticias, se pueden ir con una sonrisa a la cama».
¿Por qué gusta tanto Yo fui a EGB entonces? Porque nos produce un sentimiento de nostalgia positiva. Porque nos ayuda a emprender un viaje imposible pero añorado hacia nuestro pasado. Porque nos trae a la memoria imágenes, sonidos, olores y sabores de nuestra infancia. Porque nos ayuda a recordar el yo que fuimos para entender lo que somos ahora. Porque nos gusta recordar, sin más. Y sobre todo, porque no nos gusta olvidar, especialmente las cosas buenas.
Deja una respuesta