A principios del siglo XX, en Bizkaia se popularizó la figura de un músico que recorría las romerías tocando la guitarra y el requinto. Se llamaba Romualdo, aunque todo el mundo le conocía como Tenderillo. En Novélame recuperamos su historia en uno de nuestros libros y ahora la compartimos para que nadie le olvide.
El mayor tesoro de «Tenderillo» se encontraba en su corazón. No había día en el que no gastara una broma, soltara una canturriada o dedicara un abrazo a sus hijos. Sus orígenes familiares se encontraban en La Ribera de Navarra, pero él nació en Somorrostro en 1860, donde se hizo herrero para dar servicio a las compañías mineras.
Tenderillo cantaba y tocaba la guitarra y el requinto por las romerías a pesar de que nunca tuvo aptitudes artísticas
Fue bautizado como Leocadio Romualdo Vicente Azcona Echevarría, aunque todo el mundo le llamó Romualdo a secas y más tarde Tenderillo, un apodo que cosechó tan pronto como comenzó a actuar por las fiestas del entorno. Siempre fue un enamorado de la música y desde jovenzuelo tocó la guitarra y el requinto, sin embargo, sus conocimientos eran autodidactas, por lo que su entusiasmo siempre fue mayor que sus aptitudes artísticas. No dominó con soltura ninguno de los dos instrumentos ni tuvo un repertorio extenso, pero su espontaneidad le hizo muy popular en las romerías vizcaínas.

En una de aquellas festividades conoció a Marta Miriategui, una guerniquesa a la que encandiló con sus ojos azules y mirada centelleante y con la que contrajo matrimonio en la basílica bilbaína de Nuestra Señora de Begoña en 1888. Después de la boda ambos se establecieron en Somorrostro y fundaron una familia numerosa en una casa humilde y sobria que él mismo levantó en el barrio de La Rigada, en Muskiz.
Sus orígenes eran navarros, pero él nació en Somorrostro (Bizkaia) y se hizo herrero en las minas
Romualdo nunca abandonó su empleo de herrero, pero encontró en su devoción artística un refuerzo a la economía doméstica. Se desplazaba a lomos de una burra, soltaba todo su repertorio de jotas y otras melodías y regresaba a casa con las alforjas del animal llenas. Si tocaba en Pobeña, volvía con pescado; si tocaba en Galdames, con verduras o cereal; y así allá donde fuera. Nunca regresaba de vacío y luego revendía el género por las casas e incluso durante las actuaciones, ganándose con acierto el apelativo de Tenderillo a pesar de que nunca llegara a regentar una tienda.
Se desplazaba a lomos de una burra y, además de soltar todo su repertorio de jotas, llenaba las alforjas con productos de la zona

El músico era de estatura baja y siempre tuvo un gran desparpajo e ingenio. Entabló gran amistad con otro muskiztarra llamado «Chúcula», famoso por su gran envergadura y del que dicen que portó la antorcha que se encendió en la ferrería de El Pobal para poner en funcionamiento los altos hornos de Barakaldo.
Se hizo gran amigo de Chúcula, un gigantón de Somorrostro con el que formó una peculiar pareja
Ambos formaban una atípica pareja de amigos -uno gigantón y el otro chico- que se pasaban el día lanzando desafíos sobre hazañas absurdas y estrambóticas. A veces, aquellas apuestas acababan con el arrebato malhumorado de algún lugareño, pero cuando las cosas se ponían feas, el diminuto Tenderillo siempre encontraba la protección de su incondicional y gigantesco amigo.

En otras ocasiones el enojo era entre ambos y entonces era Chúcula quien salía perdiendo ante el ágil y escurridizo músico, a quien perseguía sin éxito debido a la falta de movilidad que le provocaba su descomunal volumen. «Cuando te coja te aplasto como a un limaco», le voceaba impotente. No obstante, Romualdo también sabía defenderse solo. Intolerante ante las críticas sobre sus carencias musicales, a menudo estampaba su guitarra sobre la cabeza de algún romero que le achacaba su falta de habilidad, así que a lo largo de su trayectoria artística hubo de comprar innumerables instrumentos.
Tenderillo era intolerante con las críticas y acostumbraba a estampar su guitarra sobre la cabeza de quienes reprobaban sus dotes artísticas
Tenderillo y su esposa tuvieron diez hijos en poco más de una década. Luego, enviudó mucho antes de lo que hubiera sido natural, pero nunca tuvo sitio para otra mujer ni en su corazón ni en su lecho. Con el tiempo, sus hijos Fidel y Paula, y Víctor López, marido de esta última, le acompañaron por las romerías tocando la pandereta y el acordeón.
Sus hijos Fidel y Paula tomaron su relevo y recorrieron las romerías tocando la pandereta y el acordeón
El músico falleció en la década de los años treinta de un modo un tanto fortuito. Aquejado de un fuerte catarro, se bañó en agua helada para atajar los síntomas, pero lejos de sanar, el problema se agravó y acabó muriendo de una pulmonía.

Su hijo Fidel y su yerno Víctor siguieron con su tradición musical por las romerías de la comarca. El segundo, incluso obtuvo la concesión para amenizar el baile dominical de los kioscos de música de Santurtzi y Portugalete, y de ese modo se mantuvo viva la llama artística que un día encendiera el popular Tenderillo.
Javier González Díaz dice
Casualmente ha caído en mis manos esta biografía de mi tatarabuelo.
Siempre me han llamado «Tende» pero nunca habia tenido tanta información sobre la procedencia del apodo familiar.
¿Es posible conseguir copia de la biografia?
Un saludo y muchísimas gracias!
admin dice
Hola Javier: la biografía de Tenderillo forma parte de un libro sobre las romerías de Galdames titulado «Que nos quiten lo bailao» y publicado por el Ayuntamiento de Galdames. Si quieres un ejemplar debes ponerte en contacto con la secretaría: 94 650 41 54. Saludos!