¿Te acuerdas de tu viaje de estudios? ¿Y de las bodas de oro de tus abuelos? ¿O de cuando hiciste la Primera Comunión? Seguro que sí, nuestras mentes tienen la facilidad de retener en la memoria las cosas buenas y de desechar los malos recuerdos. Lo que ocurre es que a veces esas anécdotas se acaban desvaneciendo, se nos olvidan los detalles, los matices, y recordamos los momentos vividos muy superficialmente. ¡Menos mal que tenemos las fotografías y los vídeos para inmortalizar esos pasajes de nuestra vida y refrescarnos la memoria!
Las fotografías y los vídeos nos ayudan a inmortalizar pasajes de nuestra vida y nos refrescan la memoria
A todos nos gusta tener plasmado en papel o en imágenes los grandes acontecimientos de nuestra vida: los cumpleaños, las bodas, los grandes viajes… Pero con sinceridad, ¿a que hay otros momentos que también te haría ilusión recordar?
Imagina que encuentras una fotografía o un vídeo de cuando eras pequeño, pongamos que tenías cuatro años, y estás jugando tranquilamente en tu habitación; de repente, en esa imagen ves cómo era tu cuarto, qué papel pintado lucía en sus paredes y qué colcha cubría la cama. Además, en las estanterías se aprecian algunos de los juguetes que tenías, tu mayor tesoro por aquel entonces. Ni siquiera te acordabas de ellos, pero al verlos han empezado a brotar en tu memoria los ratos agradables que pasabas jugando con ellos y con tus amigos… En definitiva, el poder de una sola imagen ha desencadenado en tu memoria un torrente de recuerdos…
El desarrollo tecnológico de los últimos años ha facilitado mucho esta labor. Décadas atrás, con carretes para 12, 24 o 36 fotos, era más difícil inmortalizar los pequeños detalles de nuestra vida cotidiana y por eso, normalmente, se reflejaban los momentos más especiales y los grandes acontecimientos.
Hoy en día, las cámaras digitales y los smartphones, entre otros dispositivos, permiten sacar fotografías o grabar vídeos en cualquier momento y ayudan a capturar esos momentos de la rutina diaria que tanto representan para la familia: la primera palabra de un hijo, su primer día de colegio o ese rato tan agradable que pasaste entre amigos.
Las imágenes cotidianas, fijas o en movimiento, permiten reflejar realmente nuestra personalidad y nuestras peculiaridades porque es en esos momentos cuando todos actuamos de una forma más natural.
Las imágenes espontáneas reflejan nuestra personalidad y nuestras peculiaridades
Si has decidido dejar testimonio de tu día a día a través de imágenes, ten en cuenta algunos consejos:
- REFLEJA NATURALIDAD.
Agudiza tu mirada y tu ingenio y repara en esos minúsculos detalles que aparentemente parecen insignificantes, pero que a la larga pueden resultar documentos familiares de gran valor: esa tarde arreglando el jardín, la siesta de tu hijo junto a su mascota o el adorno del árbol de Navidad… Los posados están muy bien, pero esos pequeños momentos también te harán sonreír dentro de unos años y dejarán testimonio de cómo era realmente tu día a día.
- CUIDA LOS DETALLES.
No queremos decir que prepares un escenario fingido y artificial (ya hemos dicho que se trata de ser natural), pero grabar los primeros pasos de tu bebé no tiene nada que ver con que en la imagen también se vea la bolsa de basura preparada para sacar al contenedor. Si no quieres que un testimonio tan especial y único quede deslucido, cuida esos detalles haciendo un examen rápido del entorno y retirando aquellos elementos que puedan romper el encanto.
Si no puedes cambiar el escenario, al menos ten la precaución de cambiar el ángulo de la cámara para que no aparezcan. Procura que no haya objetos que estropeen el encuadre.
- TOMA UNA SERIE DE IMÁGENES SI ES NECESARIO.
A veces, cuando se trata de fotografías, basta con sacar una sola imagen para describir un momento. Sin embargo, otras veces no será suficiente y resultará más sencillo explicar la situación capturando varias fotografías, como si fuera un libro o una película.
Imagina que quieres reflejar cómo es un día cualquiera en la vida de un niño: se despierta, desayuna, entra al colegio, sale… hasta que se mete en la cama. Si esos momentos, cotidianos e insignificantes hoy en día, quedan reflejados en una serie de fotografías, cuando ese niño sea adulto tendrá un bonito recuerdo de cómo era un día normal en su infancia. La sucesión de imágenes ayudará a establecer una estructura argumental y, por tanto, a contextualizar y comprender el momento. Si necesitas inspiración, la fotógrafa Kayla Maltese puede darte muy buenas ideas.
- ORDENA Y ARCHIVA LAS IMÁGENES.
Sacamos cientos de imágenes al cabo del año y la mayoría de las veces acaban aparcadas en un disco duro y prácticamente nadie las ve. Ordénalas, imprímelas, crea álbumes digitales anuales… que no se te olvide que las tienes.
- HAZ UNA COPIA DE SEGURIDAD.
Móviles que se pierden, discos duros externos que se estropean, ordenadores que no arrancan… piensa siempre en que ese tipo de cosas sucede bastante a menudo. Por si acaso, deberías tener siempre dos copias de las imágenes, en soporte físico, en la nube o como te resulte más cómodo, pero te puede ahorrar muchos disgustos.
- PONTE EN LAS FOTOGRAFÍAS.
Estás intentando dejar testimonio de la historia familiar a través de imágenes, pero siempre te toca a ti sacarlas y nunca sales en ellas, a no ser que sea haciendo selfies. Pues bien, recuerda que si no apareces junto a los tuyos, tendrás una historia incompleta, porque tú también eres parte de esa familia, así que lo mejor es que os turnéis para sacar las fotos o utilicéis el temporizador.
- QUE LA CÁMARA NO SE CONVIERTA EN UNA OBSESIÓN.
Una cosa es dejar testimonio de tu vida y otra cosa es que la cámara se convierta en una prolongación de tu mano. Si te pasas más tiempo pendiente de capturar imágenes que de disfrutar del momento, al final sólo conocerás a tu familia a través de la pantalla.
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