En la investigación previa a escribir una biografía novelada, indagamos en todos aquellos aspectos que nos ayuden a conseguir un trabajo completo y exhaustivo. En muchas las ocasiones, descubrimos información que a veces ni la propia familia conocía y que destapan anécdotas dignas de mención. Fue lo que nos ocurrió con una familia bilbaína, sorprendida al saber que su tío Adolfo sufrió un accidente de aviación en Las Ramblas de Barcelona antes de la guerra. Aquí os contamos la historia.
El sábado 29 de septiembre de 1934, a las 14:30, salió del aeródromo militar de La Volatería de El Prat el escuadrón Breguet número 3, comandado por el teniente del Val. Los cinco aviones que lo formaban querían rendir un último homenaje a su compañero, el teniente Eduardo Delias, muerto en unas maniobras en León, acompañando por el aire al cortejo desde el Hospital Militar hasta el cementerio.
Un fallo en el motor hizo que el avión perdiera altura y amenazara con caer sobre un paseo abarrotado el sábado por la tarde
El escuadrón fue haciendo pases por encima de la ciudad, pero poco antes de las 15:45 horas, en la Rambla de Canaletes, el Breguet XIX pilotado por el subteniente Rufino Núñez Machado se separó de la formación. Tenía problemas con el motor de su avión y estaba perdiendo altura. Quería evitar chocar contra Las Ramblas, ya que era sábado por la tarde y estaban a rebosar. Su intención y la de su mecánico y copiloto, el cabo Adolfo Madariaga de la Viña, era dirigirse al puerto y allí tratar de remontar el vuelo o caer al agua para evitar males mayores.
El aparato siguió perdiendo altura e incluso tocó las copas de los árboles plataneros. Los ocupantes del Breguet XIX hicieron todo tipo de señales, incluso utilizando el sonido de los disparos de sus pistolas, para que los peatones huyesen del lugar. Llegados a este punto, la intención de los pilotos era aterrizar en la más ancha Rambla de Santa Mónica.
Los ocupantes hicieron señales y llegaron a disparar sus pistolas para que los peatones huyesen de la zona
Lo habrían conseguido si no hubieran colisionado contra una antena del Principal Palace —actual Teatro Principal—, que les hizo variar su trayectoria hacia las ramas de los plátanos. Antes de chocar contra el suelo, a la altura de la iglesia de San José y Santa Mónica, el aparato dio una vuelta de campana y quedó con las ruedas mirando al cielo. Inmediatamente comenzaron a incendiarse las alas y parte de la cabina. El fuego también amenazaba el motor.
Muchos peatones socorrieron a los aviadores, que fueron conducidos en taxi al dispensario del Ayuntamiento —el cabo Madariaga— y al de la calle Bárbara —el subteniente Núñez—. Allí fueron atendidos en primera instancia de sendas heridas de pronóstico grave, antes de ser trasladados al Hospital Militar.
Los peatones corrieron a auxiliar al piloto y el copiloto, que fueron trasladados al hospital militar con heridas de consideración
Ambos tripulantes sobrevivieron, aunque el cabo Madariaga se llevó la peor parte. Le atendieron los facultativos de guardia, Llobera y Cuenca, de una profunda herida en el ojo derecho, heridas en las rodillas, conmoción cerebral y visceral y probable fractura vertebral. El subteniente Rufino Núñez presentaba una extensa herida en la cabeza, en el labio inferior y en las piernas, así como conmoción cerebral. En el dispensario también entró el peatón Carles Tallada, empleado en la Caja de Ahorros, que recibió el impacto del ala del avión en el cuello. Por suerte para él, la poca velocidad que en ese momento llevaba el aparato evitó una lesión más grave.
En el lugar de los hechos se presentaron los bomberos, que consiguieron sofocar el incendio, los diferentes cuerpos de policía, que acordonaron la zona, y una sección de aviación militar que se llevó con dos camiones los restos del aparato siniestrado.
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